
Suele suceder que de tanto entrar y salir de una habitación, de forzar excesivamente el pomo o incluso al dejar las ventanas abiertas y no poder evitar portazos bruscos por las corrientes de aire, el pomo de alguna puerta sufra algún desperfecto. El más común es que se afloje y con el tiempo empiece a moverse cuando lo agarramos.
Para corregir esto, apretaremos bien todos los tornillos. Puede que no sea suficiente si los tornillos se han pasado de rosca, en este caso tendremos que rellenar los agujeros de cada tornillo con adhesivo de montaje y unas cuantas astillas de madera; dejaremos secar y cuando volvamos a poner el pomo y a atornillar, el tornillo agarrará en un nuevo agujero mucho más firme.
Finalmente, si el desperfecto del pomo es algo estético, lo mejor será sustituirlo por uno nuevo.